Una nación se conforma de una población con homogeneidad en el idioma, la religión, la posición económica, las tradiciones y hasta en la economía. Un ejemplo cercano a esta teoría pueden ser Alemania, Francia o Japón, o al menos así lo refiere el antropólogo mexicano, Manuel Gamio en su obra Forjando Patria.
En Texcoco,
Estado de México, un nacionalismo con toque de fascismo, se promueve desde la
clase en el poder, a través de mensajes políticos que poco ofrecen de
razonamiento pero que si han logrado sembrar la semilla de la discriminación y
el odio en una parte de la gente
hacia mexicanos no precisamente nativos
texcocanos pero mexicanos al fin.
¡Salvemos
nuestras tierras de la invasión ¡ ¡Texcocano defiende lo tuyo! ¡No más partidos
que se dicen ser del pueblo ¡si eres
texcocano tienes que votar por MORENA! !Fuera fulano de Texcoco! !Yo Amo
Texcoco! !No Más invasiones en Texcoco!, etc, etc.
Musicos de Santa Catarina del Monte |
De acuerdo
con la definición de Gamio, Texcoco no es una nación, pues en este territorio
habitan más de 240 mil mexicanos con diferencias muy marcadas en el idioma,
algunos hablan español, otros spanglish y una buena porción de nativos la
lengua náhuatl; la economía y el nivel
de vida son dispares. En las zonas de la
montaña o la costa chica, conocida así por su cercanía al ex lago de Texcoco, hay mexicanos sin agua potable, electricidad
y drenaje. Sus casas son viviendas muy
antiguas o improvisadas. Esta situación
impide que haya bienestar para todos.
Portada de la Iglesia de Tulantongo |
Con relación
a las tradiciones, en la montaña la gente aún tiene el náhuatl como lengua
materna y un pensamiento de culto a la tierra, al agua, a la naturaleza, además de un marcado sincretismo católico. En
la zona centro el catolicismo y otras
tradiciones españolas son más evidentes como el culto a la virgen de
Guadalupe, fiestas de Santiagos o moros y cristianos.
Su gobierno durante más de dos décadas ha sido unilateral pese a que
en más de 15 años ha gobernado la
llamada izquierda, “defensora de los derecho de las clases pobres”, pero que a
la fecha sólo ha fomentado el bienestar de su clase. Gobiernos que sin conocer a la población han
operado de la misma manera en todos sus niveles. Lo cual no es exclusivo de
Texcoco sino de México en general.
El falso nacionalismo en Texcoco, mejor llamado Nazionalismo, no puede
ser bien visto por los habitantes de este municipio, ni aceptado, pues es un llamado a volvernos
cómplices de la discriminación y de la exclusión social de migrantes. Decir o
afirmar que en Texcoco todos somos texcocanos, descendientes de Nezahualcóyotl
o de Quinatzin, es absurdo. Aquí vivimos
mestizos e indígenas de este municipio y de otros estados. Algunos
llegaron hace 20 o 30 años, otros hace cinco o seis. Los nativos habitan aquí desde tiempos inmemoriales y en
muchos casos su sangre también se ha mezclado.
Como toda zona cercana al Distrito Federal, Texcoco es un receptor
constante del flujo migratorio del sur de México. El Consejo Nacional de Población
(CONAPO) señala que el aumento de la migración a zonas conurbadas del Distrito
Federal se intensificó a partir de 1950
a 1970. Cuando la Ciudad de México no podía recibir más habitantes, los
migrantes se resguardaron en 11 de los municipios más cercanos, entre ellos
Texcoco. Desde los 70s hasta la fecha, Texcoco es un municipio de atracción para
migrantes.
Así es que en este bello poblado habitan oaxaqueños, veracruzanos,
guerrerenses, chiapanecos y mexiquenses
de otros municipios y miles de personas más que no son acolhuas sino mestizos,
tal como sucede en todo el país. Adoptar
una actitud nacionalista, patriótica o fascista en un municipio que pertenece
al territorio mexicano es cerrarnos las puertas, pues a cuál texcocano no le
gusta viajar y conocer otras tierras,
otros méxicos y ser recibido con los brazos abiertos.
Sin duda, quienes lazan estos mensajes de odio y Nazionalismo
texcocano, carecen de conciencia social, hacen caso omiso a las estadísticas
con relación al origen de sus gobernados.
Lo hacen porque poco les interesa la paz social, sino únicamente seguir
manteniendo el poder para sus beneficios personales y los de su clase.
Porque la violencia ya ha permeado las capas más sensibles de nuestra
sociedad con la desaparición de 43 jóvenes normalistas en Guerrero y las miles
de desaparecidas en el Estado de México y miles de casos más, no permitamos que
los políticos nos confronten. La paz de nuestro país está en nuestras manos.
Abajo la manipulación mediática y psicológica. Como buenos texcocanos mejor estudiemos nuestra filosofía la de Nezahualcóyotl, una herencia cultural de valor incalculable, de eso sí podemos
sentirnos orgullosos.
dificilemnete podrán ser distintos los viejos texcocanos creen que texcoco es de ellos de nadie mas pero en verdad están muy equivocados y al tiempo saludos.
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